Los tags RFID tienen múltiples beneficios al aplicarlos en la administración del inventario. Sin embargo, también tienen varios puntos grises. Lo que debes saber sobre estas etiquetas inteligentes.
Si trabajas con bienes de consumo masivo, conoces (y valoras) la importancia de contar con procesos eficientes a la hora de administrar el inventario. Y la tecnología RFID podría ser una gran aliada para ayudarte ahorrar recursos, disminuir de forma considerable las mermas y saber inmediatamente qué productos te faltan en stock para reponerlos rápido.
¿Qué son los tags RFID?
Se trata de un tipo de sistema de seguimiento que utiliza códigos de barras inteligentes para identificar elementos. RFID es la abreviatura de “identificación de radiofrecuencia” por ende, las etiquetas RFID se valen de esta tecnología para funcionar.
Estas ondas de radio transmiten datos desde la etiqueta a un lector, que luego transmite la información a un programa de computadora RFID. Las etiquetas RFID se usan con frecuencia para la mercancía, pero también pueden usarse para rastrear vehículos, mascotas e incluso pacientes con Alzheimer.
7 beneficios para considerar
- Las etiquetas RFID están serializadas, lo que permite la identificación única de cada artículo en su cadena de suministro, inventario y tienda.
- Su alta velocidad de lectura, es un gran plus. “Gracias a los tags RFID se puede pasar de contar desde 300 o 500 unidades por hora, a 10.000 unidades en el mismo tiempo”, nos explicó Alejandra Vásquez, gerente comercial en Chile de Lean RFID SpA.
- No requiere línea de visión. Un lector RFID puede identificar ítems a varios metros de distancia, incluso si el artículo está detrás de una pared o en una caja de cartón.
- En el mercado de la moda y de los bienes blandos, los sistemas RFID pueden ofrecer un aumento del 3% en los ingresos y un 44% de retorno de la inversión (ROI) en el primer año en tiendas con ventas anuales de poco menos de $6 millones de dólares, con un retorno de la inversión que aumenta a más del 200% en el tercer año.
- Permitiría disminuir drásticamente las mermas y mejorar notablemente el control de las mercancías existentes.
- Se podría manejar con exactitud la mercadería, para así comprar o reponer lo que realmente se necesita. En consecuencia, se optimiza el capital de trabajo.
- Al tener claro el inventario, se mejora la satisfacción de los clientes, quienes contarán con el producto que necesitan. A su vez, esto podría repercutir en un aumento en las ventas.
“Es un cambio cuántico que significa que de una manera simple y rápida puedes actualizar el inventario y tomar decisiones para mejorar, alcanzando múltiples beneficios”, aclaró Vásquez.
El lado B
Como todo, estas etiquetas inteligentes también tienen algunos puntos grises. Mira:
- Aunque pueden ser efectivas para algunos sectores, como la indumentaria o los bienes blandos, se requiere de tecnología más avanzada para obtener beneficios similares en otras industrias.
- Debido a que una etiqueta RFID no puede distinguir entre los lectores, casi cualquier persona puede leer la información una vez que ha abandonado la cadena de suministro original. Así es: como los lectores RFID son portátiles, y el rango de algunas etiquetas es tan grande, los estafadores pueden recopilar información a la que de otra manera no tendrían acceso. Esto significa que cualquier persona puede recopilar información sensible sin autorización.
- Como operan con radiofrecuencia, las etiquetas RFID y sus sistemas también se pueden atascar o interrumpir fácilmente. Esto se traduce en tiempos de espera más largos y en una menor productividad.
- También hay problemas de señal que pueden ocurrir, incluida la colisión, cuando las señales de dos o más lectores se superponen, y la interferencia causada por metales, agua u otros campos magnéticos en el área circundante.
- Requiere de mucho tiempo y mano de obra para configurarlos.
Con esta información, estás listo para decidir si es una buena inversión (o no), incorporar etiquetas inteligentes en tu negocio.
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